lunes, 5 de abril de 2010

Por que así es la vida.

Hola, mi nombre es Ruth, tengo 18 años y desde el 16 de Febrero fui por primera vez madre de un hermoso niño que vino a este mundo con labio leporino y paladar hendido.

En mayo del 2009, mi novio Daniel y yo decidimos que queríamos tener un bebé. La felicidad e ilusión se volvieron muy rápido realidad, pues el 22 de Junio me enteré que ¡estaba embarazada! Estábamos tan emocionados y felices, pues iba a ser nuestro primer bebé.

Todo iba viento en popa, todo era maravilloso. Daniel seguía terminando su Abitur, un grado que se realiza aquí en Alemania para poder entrar a la Universidad. De vez en cuando trabajaba en el negocio del novio de su mamá. Nos iba tan bien, no teníamos preocupación alguna, todo era grandioso.

Yo por lo consiguiente, iba cada 4 semanas al ginecólogo a revisar que todo fuese bien. Era tan increíble pero a la vez aterrador ver como mi panza iba creciendo cada día mas y como en cada ultrasonido se empezaba a distinguir y parecer mas a un pequeño ser humano.

Daniel y yo nos cambiamos de ciudad en Octubre, pues fue aceptado en la Universidad de Hamburgo, así que al igual que cambiar de ciudad, cambié de ginecólogo.

Era un Doctor tan amable y serio que me proporcionaba la confianza que necesitaba. Aún recuerdo la primera vez que fui, el 2 de Octubre, ese mismo día nos enteramos que esperábamos a un niño. Yo me encontraba en la semana 20 de gestación. Creo que no me sorprendió tanto la noticia, pues yo ya me imaginaba que sería un varón, pues en la familia de él y en la mía todos los bebes que han nacido han sido hombres, a excepción de mi hermana y yo.

Ya era noviembre. Como cada 4 semanas, volví a acudir a mi cita y como cada 4 semanas, Daniel venía conmigo.

El Doctor me preguntó lo mismo de siempre y después pasamos a la habitación de ultrasonidos. Él estaba tan serio. Sólo movia el aparato de un lado a otro sobre mi abdomen. No decía nada. Fueron algunos minutos de silencio hasta que por fin dijo algo. Nos comentó que parecia que Luca venía con el labio abierto y paladar hendido, que no estaba seguro, así que me mandó a un ultrasonido especial, el cual era con doctores realmente especializados en ultrasonido prenatal para detectar malformaciones, síndromes, etc.

Mientras él hablaba y comentaba lo que debíamos hacer, yo estaba perpleja, no salía ni una sola palabra de mi boca, estaba asustada. Jamás en mi vida había escuchado gran cosa de “labio leporino”. Tal vez había cruzado esa palabra alguna vez por mis oídos, pero realmente no sabía por qué ni cuáles eran los motivos de que una persona tuviese labio leporino. Yo estaba en shock.

Al salir del consultorio, no pude más y me solté a llorar. Estaba destrozada en ese momento. Todo el tiempo me rondaba la pregunta ¿por qué? ¿por qué a nosotros? ¿por qué nuestro bebe?

Todo el camino a casa fui llorando. Había momentos en que las lágrimas secaban, pero después volvía a subir todo el sentimiento y las miles de preguntas; ¿qué hice mal? ¿es mi culpa? Toda la tarde seguí en casa llorando. Daniel sólo me decia “debemos esperar, aún no es nada seguro”. Ese día me compró unos chocolates para que me pudiese sentir mejor.

El 2 de Diciembre fuimos al especialista. Yo estaba tranquila, me había hecho a la idea de que podría ser una mala noticia, aunque en realidad sólo me decia a mi misma “todo saldrá bien”.

Entramos con el Doctor y empezó con el ultrasonido. Empezó a medir al bebe por todos lados y a capturar algunas fotos. Todo fue muy rápido.

Nos pidio que tomaramos asiento para informarnos de los resultados que había visto. Pues efectivamente, nuestro hijo, nuestro mas deseado hijo vendría al mundo con el labio y la encía abierta; el paladar aún no era seguro. Daniel se soltó a llorar. Yo a mi manera fui fuerte, no lloré e intenté darle ánimo a Daniel, que de verdad se encontraba muy mal.

El Doctor del ultrasonido nos mandó al edificio de enfrente (era un hospital) para que tuvieramos una plática con el cirujano plástico.

El Prof. Kreusch nos recibió muy amablemente y se tomó su tiempo para explicar, hablar y quitarnos el miedo. Nos repitió varias veces que no había sido nuestra culpa, que 1 de cada 500 niños en Alemania presenta esa malformación y que se deja operar muy fácil. Nos enseñó muchas fotos de antes/despues de las operaciones que él había realizado. Daniel y yo estábamos más tranquilos y viendo positivo, aunque aún seguía el dolor ahí.

Yo invertí mucho tiempo en buscar información sobre el labio leporino y encontré un foro alemán donde padres y gente que tuvo labio leporino escribe sus experiencias, pone fotos y ayudan a padres que se encuentren en la misma situación. Ese foro fue mi salvación, pues después de unas semanas, todo estaba olvidado. Podía volver a sonreir y reir y esperar el gran momento.

El 15 de Febrero a las 5:00 am empezaron las contracciones. Daniel tenía ese día un examen, así que me quedé sola por la mañana en casa.

Todo el tiempo estuvimos mandandonos mensajes al móvil. Ya era la 1 de la tarde y yo quería dormir un poco, así que pensé en recostarme en la sala por unas horas cuando en eso sentí que un poco de líquido salía, pero fue tan poco que no me alarmé. Esperé a Daniel y se lo comenté, pero no vimos razón alguna para ir al hospital, pues las contracciones aún no eran tan fuertes como para no aguantarlas.

A las 2 am (ya 16 de Febrero) decidí llamar a mi padre para que nos llevara al hospital, pues ya eran tantas horas con contracciones que empecé a tener miedo de que al bebé le pasara algo.

Al llegar, empezaron a checar la frecuencia de las contracciones y revisaron si estaba perdiendo líquido amniótico, a lo que el resultado fue positivo y me internaron. Dos horas más tarde, las contracciones se habían vuelto irregulares, así que me dieron ¼ de pastilla para que frecuentaran y se volvieran regulares y fuertes. Al mismo tiempo, me pusieron un gotero de 500 ml con antibióticos, pues me dijeron que ya eran tantas horas de que la bolsa se había desgarrado y podrían entrar bacterias, así que cada 4 horas me iban a dar por gotero 500 ml de antibióticos. Yo estaba aterrada, pues le tenía mas miedo a la agujas e inyecciones que al parto.

Ya eran las 10 de la mañana y yo intentaba dormir, pero las contracciones eran tan fuertes que no podía pegar ni un ojo, cuando en eso, medio dormida sentí un “plash” y muy caliente. ¡Sí! la bolsa se había roto y yo me asusté bastante al ver cuanta agua salia, ¡aparte de que era una sensación horrible!!

De la habitación en la que estaba me subieron al paritorio. Las contracciones eran horribles pero yo quería aguantar.

Después de algunas horas y con 2 cm de dilatación yo ya estaba cansada y con ganas de parir. Ya no aguantaba más el dolor, cada contracción ya era un sufrimiento para mi. No aguanté más y me puse a llorar de impotencia y por primera vez pasó por mi cabeza pedir la epidural. Cuando se lo comenté a Daniel me preguntó varias, de hecho muchas veces si estaba segura, a lo que yo llorando dije que sí, que ya no aguantaba más.

Diez minutos mas tarde estaba el anestesiólogo ahí. Me hizo 20 mil preguntas de todo tipo a lo que yo solo decía que sí. Simplemente ya no quería dolor que realmente no presté atención a lo que me decía.

La verdad, no puedo recordar muy bien el dolor de la anestesia o de cuando me estaban anestesiando, pues las contracciones hacían que olvidara todo lo que pasaba a mi alrededor.

Al cabo de unos 10 minutos NADA DE DOLOR, yo estaba como nueva, como si jamás hubiese tenido dolor alguno. Me puse a platicar con Daniel y con las matronas. Todas estaban riendose de mi cambio tan drástico de humor.

A las 16:15 nació Luca Maximilian Witzke, con 3230 gramos de peso, 50 cm de talla y 35 de cabeza.

Todo fue tan maravilloso que incluso una de las matronas se puso a llorar, pues dijo que ese momento se le hizo tan bello y único que debía de derramar lágrimas.

Al ver a mi hijo y tenerlo en brazos, todas las preocupaciones que tuve en el embarazo se fueron. El labio era lo de menos, de hecho ni me había interesado en ese momento. Al escuchar su llanto y saber que él estaba bien, fui feliz y agradecí lo que tenía.

Desde que quedé embarazada supe que a mi hijo lo iba a alimentar con leche materna. El día que nació supe que iba a tener que extraerme la leche, pues no iba a poder amamantarlo. Desde el 16 de Febrero cada 3 horas me voy a la bomba extractora de leche. No les contaré maravillas ni lo lindo que es, por que les aseguro, NO LO ES! Incluso los primeros días me ponía a veces a llorar, pues me sentía como una máquina de alimentación, pero yo sé que es lo mejor para mi hijo y para nuestro bolsillo también, aparte de que a él le esperan algunas operaciones y debe de estar fuerte para llevarlas mejor.

Realmente no creo que implique mas trabajo tener a un hijo con labio leporino a uno que no. Tal vez son más visitas a doctores y bastante trabajo e incomodidad con extraer la leche, pero uno se acostumbra y más cuando uno tiene el tiempo del mundo para realizar esas actividades.

Luca ya tiene 1 mes. Aún no puedo contar gran experiencia de operaciones, pero sé que el 8 de Junio viene la primera, en la cual van a cerrar su labio.

Papá y yo lo amamos tal y como es, al igual que el resto de su familia. Es un niño tan especial que no encuentro palabras para describirlo.





3 comentarios:

  1. te quiero felicitar por la valentia q tu y tu esposo han demostrado con ver el blog se da uno cuenta q son una familia completamente armoniosa entre por casualidad al buscar en google fotos de niños con labio leporino pues soy estudiante de medicina y buscaba fotos buscaba algo especial para poder armonizar mi presentacion y encontre aquella imagen de lucas tan pequeñito y fragil en unos brazos q le brindaban completa proteccion, me e puesto a reflexionar y no es un tema cualquiera tu historia me a dado animos para apropiarme mas del tema y poder ayudar a todos esos niños como lucas q necesitan de doctores compromentidos y bn formados!!

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  2. Muchas gracias por tu comentario!! Me alegra que exista gente que se interese tanto en éstos ninos tan especiales!! Mucha suerte en tu carrera y mantennos informados sobre tus avances y conocimientos con ésta malformación. Un abrazo

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  3. Holaaa lei cada palabrar ni no pare ce emocionarme.. Mi nombr es Mariela, tengo 24 años y naci con labio leporino.Tengo 23 operaciones.
    Quiera contactarme con uds. para contarles mi histioria de vida.. y demostrarle que se puede .. darles la paz que en su mometo nos ayudaron tanto a mi y ami familia.

    ABRAZO FUERTE PARA UDS TRES.!
    OJALA ME PUEDA CONTACTAR CON UDS..
    pD. ESTOY BUSCANDO UNA ORGANIZACIONPARA YUDAR A CHICOS CON LABIOLEPORINO.

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